2012 NO VA A SER FÁCIL DE OLVIDAR
Artículo aparecido en "sesiondecontrol.com" el miércoles, 26 de diciembre de 2012.
Termina el primer año de la era Rajoy con importantes lecciones que lo harán difícil de olvidar. Para la oposición, para mi partido, el año 2012 será recordado como el primero tras el brusco aterrizaje en la dura realidad que nos esperaba tras las elecciones generales de noviembre del año anterior. Tras la indiscutible derrota, en 2012 celebramos nuestro 38 Congreso Federal en Sevilla, congreso en el que elegimos por estrecho margen como Secretario General a Alfredo Pérez Rubalcaba, sin duda el más capacitado para liderar desde su experiencia y capacidad la puesta a punto de un proyecto político y un partido que exigen una profunda transformación.
Han pasado 35 años desde que Felipe González, Alfonso Guerra y otros muchos asumieran la responsabilidad de dirigir el PSOE y hoy, como entonces, es imprescindible llevar la renovación del partido y del proyecto que defiende y propone a espacios desconocidos. Antes del 38 Congreso, entonces, y desde el primer día la nueva Comisión Ejecutiva Federal se ha dedicado a ello con ahínco a pesar de la difícil coyuntura. Como apunté hace un año en
http://elpais.com/diario/2011/12/15/opinion/1323903604_850215.html
“Hay y habrá autocrítica, y nos levantaremos y saldremos adelante. Y lo haremos de la única manera posible, con un nuevo proyecto que debe, básicamente y a partir de nuestros principios y base social, recuperar la credibilidad perdida como gestores de la economía, recomponer nuestra identidad socialdemócrata y remozar la estructura y funcionamiento del partido.”
Y lo estamos haciendo, en un año que tampoco olvidaremos por las graves consecuencias de la crisis que están padeciendo los españoles, cada vez más agudizadas por los errores de un gobierno que a pesar de la complicada situación que heredó no ha dejado de equivocarse en la dirección por la que quiere llevar a este país desde el primer día.
Un año en el que no olvidaremos porque el PP no sólo no tenía un plan preparado para recuperar nuestra economía sino que ocultó sus verdaderas intenciones, inútiles desde una perspectiva económica pero muy claras desde una perspectiva ideológica, hasta cuando le interesó después de las diferentes elecciones. Esperó a las andaluzas y asturianas para presentar los presupuestos agudizando la crisis de la deuda soberana, y ocultó sus planes sobre las pensiones hasta después de las vascas y gallegas. Sin plan pero priorizando claramente sus intereses electorales en detrimento de los colectivos. Sin plan pero siguiendo sin rechistar las imposiciones cada vez más contestadas de la derecha europea liderada por la señora Merkel. Sin plan de salida de la crisis porque la austeridad jamás nos sacará de ella. Sin plan pero con un objetivo de fondo claro, el desmantelamiento de la red de bienestar social público construida entre todos durante los 30 años de democracia. Un logro consagrado en el consenso de las principales fuerzas políticas y sociales de nuestro país.
La actitud del gobierno del PP ha abierto un debate nuevo y fundamental que enraíza con el origen del descrédito que sufre la política. Nunca antes un gobierno incumplió de manera más clara y descarada sus promesas electorales –impuestos, pensiones, abaratamiento despido, recortes en políticas sociales –sanidad, educación, dependencia-. Nunca antes se mintió tanto en democracia, prácticamente en todo. Y nunca antes vimos un gobierno hacerlo con esa altivez y distancia. Con una actitud de superioridad que indigna a los ciudadanos que cada viernes no dan crédito a lo que se dice en las ruedas de prensa de los consejos de ministros. Para este gobierno su programa es papel mojado incluso cuando rectifica como ha hecho con la reforma de CGPJ.
¿Valen para algo los programas electorales, las promesas en debates del candidato, la infinidad de propuestas presentadas cuando se estaba en la oposición? Resulta inevitable abrir un debate en nuestra sociedad acerca de la legitimidad de unas medidas de tan hondo calado negadas tantas veces antes de ser gobierno. Y no sólo es una cuestión externa. La ausencia de mecanismos de control democrático en el seno del PP frente a los de otros partidos como el PSOE en el que no dejamos de demostrar proceso tras proceso que elegimos democráticamente a nuestros líderes es palmaria. Las memorias de José María Aznar han vuelto a poner de actualidad cómo se designó a Mariano Rajoy tras la negativa de Rodrigo Rato a asumir ese legado. Pero poco importa el elegido, lo preocupante es el sistema que sigue vigente desde hace 25 años en ese partido que nunca votó democráticamente a su líder.
En definitiva, por muchas razones no será fácil olvidar 2012. Tantas como las que deberemos cambiar cuando los progresistas volvamos a gobernar, pero iremos más lejos porque no se trata de regresar atrás sino de definir un nuevo proyecto progresista plural e inclusivo que vuelva a transformar nuestra sociedad y dejé atrás para siempre estos tiempos reaccionarios de la era Rajoy.
Feliz año nuevo.