COMIENZA UN CURSO CRUCIAL
Diputado a Cortes por Navarra (PSOE)
y Doctor en CC. Económicas
La economía española afronta a un ejercicio crucial en el que debe comenzar a crecer con una orientación muy distinta a la que ha seguido en las últimas décadas
Esta semana termina un verano que ha dejado muchos debates económicos, el principal el de la austeridad y la reducción de los déficit públicos frente al del mantenimiento de los estímulos monetarios y fiscales –o incluso su refuerzo, ambos sobre un fondo de reformas estructurales. En otras palabras, el miedo a los mercados financieros y el potencial impago de la deuda soberana –sobre todo para aquellos actores como los financieros que provocaron la crisis y fueron rescatados por los estados, pronto lo han olvidado-, frente al del hundimiento de la demanda y arrastre de un sector privado que todavía sufre la congelación del crédito, e incluso la deflación tal y como han insistido economistas como Paul Krugman o Martin Wolf.
La realidad es más compleja porque cada economía se enfrenta a una realidad particular porque no todos los países disponen del mismo margen para mantener sus estímulos, porque la política monetaria se ha cedido, porque el coste del endeudamiento no es el mismo ni tampoco su realidad estructural -grado de apertura, productividad de los factores, equilibrio externo, deuda pública acumulada, deuda privada…-. De ahí la importancia de aplicar recetas efectivas allí dónde hay margen conseguir resultados, y la importancia de las “segundas derivadas” como la coordinación de los estímulos y de otras medidas a escala europea o para los países de la zona euro.
En España, el crecimiento económico es el principal objetivo que como país debemos perseguir en el próximo año, en el curso presente. El crecimiento requiere dos ingredientes fundamentales: medidas de política económica adecuadas y confianza. Lo primero es responsabilidad del gobierno , y en esa línea van las propuestas y reformas en curso, y otras que vendrán, mientras que lo segundo depende de la sociedad española en su conjunto porque el gobierno aunque lo pretenda lograr en solitario no lo conseguirá. De ahí la particular responsabilidad también del principal partido de la oposición, del PP, en lo que ocurra. Algo preocupante a tenor de lo ocurrido hasta ahora. ¿Ejemplos? Uno me basta, el del principal debate económico del mes de septiembre, el de retorno al Congreso de la reforma del mercado de trabajo, un debate en el que las consignas mediáticas del PP han sido contrarias a sus enmiendas –como la que prácticamente imposibilitaba la conversión de empleos temporales en fijos- con el objetivo de intentar quedar bien con todo el mundo y no comprometerse a nada. Confianza habría aportado un pacto de estado sobre la educación porque los problemas de capital humano de nuestro país no se van a resolver en una, dos o tres legislaturas, sino en una o dos generaciones. Navarra y País Vasco tienen una tasa de desempleo en la media europea –en torno aun 10 por 100-, porque los niveles formativos de su población son también similares, y porque sus estructuras productivas se acomodan a ese nivel educativo sin que ninguno de los elementos –estructura productiva y capital humano- sean consecuencia directa del otro sino parte de un mismo círculo virtuoso que no se ha construido de la noche a la mañana sino tras generaciones.
Pero el crecimiento sano y robusto necesita mucho más que ese clima de confianza que deben, debemos, fraguar los políticos. El crecimiento va a volver durante este curso a la economía global y nuestro país debe tomar la nueva senda a ritmo suficiente y en la dirección adecuada para no quedar rezagado. La dirección que sigamos dependerá de las reformas que se adopten para recuperar competitividad, de los incentivos que orienten la actividad hacia actividades productivas sostenibles y compatibles con los niveles de bienestar que hemos alcanzado, que queremos consolidar y reforzar. Ese crecimiento traerá empleo e ingresos fiscales, y con ambos una nueva oportunidad para reflexionar sobre la estructura fiscal de nuestro país y de la Unión Europea en su conjunto, en la línea del oportuno e imprescindible debate abierto este verano en España por el Ministro de Fomento, y para evaluar la reforma del mercado de trabajo que hemos sacado adelante responsablemente los socialistas prácticamente en solitario a pesar de la gravedad del momento. Este es un reto también europeo en el que nuestra economía, tras el derrumbe inmobiliario y el fin de la burbuja, tiene deberes específicos muy claros.
Qué decir si estas prioridades se abordan desde una perspectiva socialdemócrata. Este verano se publicaba el estudio de los sociólogos Marqués y Herrera en la revista del CIS que muestra que las posibilidades de ascender socialmente, esto es mejorar la renta de tus padres, son ahora las mismas que en la década los sesenta, resultando un país inmóvil con escasa calidad de igualdad de oportunidades provocada por los mil subterfugios que las clases acomodadas han blindado desde entonces –la más efectiva la educación concertada-. Volveré sobre ello.
Bienvenido a la blogesfera, vecino.
ResponderEliminarSin duda tienes mucho que decir... alcalde
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