OTRO CONSEJO EUROPEO CRÍTICO
Diputado a Cortes por Navarra (PSOE)
y Doctor en CC. Económicas
Son demasiados ya los Consejos Europeos marcados por la gravedad de la situación económica y financiera, y habrá muchos más si Europa no acierta y lo hace con la contundencia exigida en el refuerzo del llamado gobierno económico europeo. No se trata sólo de hacer las cosas bien para evitar que las medidas destinadas a Grecia provoquen un terremoto financiero y disparen la prima de riesgo de la deuda, la española por supuesto, y debiliten al euro bajo la atenta e impasible mirada de una Alemania irreconocible. Se trata de mucho más. Como en otros Consejos, el debate del momento, esta vez la participación o no del sector privado en los rescates, obligatoria o voluntaria, relega a un segundo plano la cuestión que debería ser fundamental, el progresar en el gobierno económico de Europa, y arriesga la viabilidad del propio euro por la inflexibilidad de determinados intereses nacionales como los defendidos por Alemania. Si los mercados siguen cuestionando el fondo mismo de la idea que dio lugar a la eurozona puede pasar de todo. Puede comenzar el declive del concepto de moneda única, y si ocurre, en el peor escenario, la cadencia de acontecimientos puede ser rápida e incontrolable.
La prioridad, sin duda, es salvar a Grecia, no sólo por Grecia misma sino también por el efecto que provocaría no hacerlo sobre el mejor proyecto que jamás ha tenido lugar en la vieja Europa. Efecto que sin duda se extendería por el conjunto de mercados en una huída de consecuencias imprevisibles sobre valores y activos de todo tipo. Grecia aparte, que no es poco, lo preocupante es que la zona euro no está todavía preparada para afrontar una quiebra de deuda soberana en su seno, y no lo está a pesar de los importantes avances alcanzados en materia de coordinación económica -semestre europeo-, estabilidad y supervisión financiera –refuerzo preventivo y correctivo del pacto de estabilidad y crecimiento-, competitividad -pacto del europlus-, refuerzo de los procedimientos nacionales y de la vigilancia de los desequilibrios macroeconómicos, el nuevo mecanismo de estabilidad financiera de carácter permanente, o los acuerdos globales alcanzados o en marcha en el G-20 y otros foros.
Queda mucho por hacer, incluso en ámbitos que dábamos por cerrados como el mercado único, y en otros como el de coordinación y armonización fiscal, por el lado del gasto pero también de los ingresos, o en la gestión conjunta de la deuda –el debate sobre un tesoro europeo y/o la emisión de bonos. Hay que reflexionar sobre el presupuesto de la Unión , la creación de un nuevo recurso, o la tasa sobre transacciones financieras. Se deben acelerar los rescates garantizado su compatibilidad con rápidos regresos al crecimiento. Es también, por supuesto, el impulso que necesita la economía europea para volver a crecer con vigor y superar sus debilidades estructurales, muchas y muy distintas según se examina el viejo continente país a país, región a región, sector a sector o empresa a empresa. Y en España son las difíciles reformas emprendidas a pesar de su dificultad como reconocen las recomendaciones de la Comisión Europea tras haber examinado el Programa de Estabilidad 2011-2012 y el Programa Nacional de Reformas.
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