Crisis hasta del capitalismo
Tribuna publicada en el diario ABC el domingo 8 de abril de 2012.
Aunque no tenga mucho que ver, que también, el rápido aterrizaje en la realidad del Gobierno del Partido Popular forma parte del preocupante panorama económico internacional que angustia cada vez mas a las sociedades occidentales, las que antes llamábamos desarrolladas.
Las democracias europeas están sufriendo en exceso por culpa de su exasperante incapacidad para reaccionar no sólo a largo plazo, por ejemplo redefiniendo a escala europea y de una vez por todas su gobernanza economica creando un verdadero gobierno económico con capacidad fiscal plena y con un banco central europeo a la altura de lo que nos estamos jugando, sino incluso a corto plazo donde domina la incapacidad y el castigo al ciudadano, medidas que peligrosamente sólo responden a la revancha ideológica o incluso al experimento. En el primer grupo un buen ejemplo es la discusión sobre el próximo marco financiero para la Unión Europea para el periodo 2014-2020 que se está desarrollando como si Europa no se jugara nada en ello y sin la más mínima voluntad ni capacidad de lograr algo que pueda realmente contribuir a esa Europa sin la cual simplemente nos iremos al garete. A tan poca altura de miras en el medio y largo plazo el corto plazo contribuye con medidas, como en España, por ejemplo en el mercado de trabajo, donde bajo la falsa excusa de flexibilizar donde no hacía falta dinamitan el modelo de conciliación familiar, los permisos de lactancia, las bonificaciones por baja maternal o la protección de las embarazadas mientras el ministro de justicia se permite hablar de violencia estructural contra la maternidad, toma ya. El experimento de la amnistía fiscal como vía para rescatar fraude, incentivar el blanqueo o incluso operar como IVA súper-reducido -algunos lo harán- solo sirve para profundizar la desconfianza en las instituciones. Ambos tipos de medidas son un paso más, en este caso exclusivo de una manera de entender la realidad populista y de derechas, hacia el desapego de las clases medias. El siguiente paso puede ser la decadencia de esta clase en Europa y en los Estados Unidos con el consiguiente riesgo para la democracia liberal occidental que hemos conocido desde la segunda mitad del siglo XX. Las clases medias son el principal anclaje de la democracia liberal, ha escrito estos días Fukuyama. Pues bien, la inexistente austeridad expansionista que se practica ahora puede acabar con ellas, algo que no logró ni la extinta Unión Soviética.
En la prensa económica internacional de indudable sesgo promercado no se duda ya de que es muy difícil argumentar en contra de que el capitalismo tal y como lo conocemos hoy en día es el problema. Frente al populismo de derechas la socialdemocracia incluso, podemos decirlo, keynesiana, presenta al menos una vía para construir esa sociedad de clases medias que esta crisis está destruyendo. Frente a lo que ocurre en los Estados Unidos, no sé si como ejemplo adelantado, con ese ejercito de desposeídos y fanáticos religiosos cada vez más alejados del esquema de democracia liberal, los europeos podemos plantear el modelo de los países nórdicos, al menos como referente, o incluso como existente utopía. Claro que la socialdemocracia solo será de nuevo esa soñada opción si consigue romper la dominación que los conservadores mantienen intacta en los mercados financieros e instituciones financieras a pesar de la crisis, de su crisis. En definitiva, sólo podrá volver a girar el rumbo de occidente si es capaz de crear algún tipo de contrapeso. Estoy convencido que el único camino posible es el de la coordinación internacional, el refuerzo de Europa bajo este prisma y la búsqueda de coaliciones globales. El ámbito internacional es además el único en el que es posible recuperar la credibilidad perdida, recuperar apoyo ahora desorientado, tanto ciudadano que deambula en los movimientos antisistema o anticapitalistas por un lado, o en esa especia de falso libertarismo que se aprovecha de las instituciones para destruirlas por el otro.
El capitalismo actual es inestable e injusto. El resultado de la revolución conservadora de Reagan y Thatcher es esta crisis que ha agrietado los cimientos de nuestra sociedad y que en España ha provocado la perdida de un ciclo completo de crecimiento, 14 años consecutivos desde 1993 hasta 2007 tirados a la basura. Todos somos responsables aunque algunos más que otros como los que echaron gasolina a la burbuja inmobiliaria cuando gobernaban y ahora vuelen a gobernar o dirigen entidades financieras como si nada, o los que las dirigían hasta el día de su hundimiento y ahora nos gobiernan sin haber reconocido ni siquiera la verdad de lo ocurrido. La brutal inercia que todavía nos domina muestra que seguimos por el mismo camino de perdición, sin crecimiento ni voluntad de propiciarlo, repitiendo errores, mutilando el crecimiento futuro -deducciones vivienda frente a I+D-, y practicando una falsa austeridad que puede acabar con occidente tal y como lo hemos conocido. Con todo soy optimista, esta locura no puede durar mucho, reaccionaremos a tiempo y volveremos a confiar en nuestro viejo sistema europeo, el que bajo los principios de libertad, igualdad y fraternidad nos ha permitido alcanzar las mayores cotas de bienestar de toda la historia.
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