DRAGHI, EL MARCO FINANCIERO Y EL DEBATE
Artículo aparecido en el periódico "ABC" el domingo, 24 de febrero de 2013.
La actividad en el ámbito económico y europeo ha sido muy intensa en las últimas semanas. La visita de guanteblanco del presidente del BCE, Mario Draghi, y el
cierre de un acuerdo sobre el Marco Financiero 2014-2020 por el Consejo Europeo
sin su consiguiente debate parlamentario en el Congreso por la negativa del PP
a celebrarlo, merecen cierta reflexión.
La actividad en el ámbito económico y europeo ha sido muy intensa en las últimas semanas. La visita de guante
Draghi,
en su, digamos, comparecencia a puerta cerrada, dijo: “las reformas no han de verse de
manera aislada: su objetivo es lograr un funcionamiento mejor y más sólido y,
sí, también más justo de las economías, en beneficio de todos los ciudadanos.”
En inglés dijo stronger, better and
fairer… que suena más fuerte. Y ello me lleva a mi primera reflexión. En
España, cuando lo hagamos, ¿saldremos mejor de la crisis? ¿lo haremos de manera
más justa? Y la respuesta es tan evidente que casi no merece la pena
contestarla, es no. Este hecho protagonizó ciertos momentos del debate sobre el
estado de la nación pero no obtuvo la respuesta que merecía por el presidente del gobierno.
Las reformas que deterioran la igualdad de oportunidades de los españoles y que
para muchos ya generan consecuencias irreversibles, aunque se corrijan en el
futuro, como las del sistema educativo, las que limitan el acceso a la justicia,
el copago sanitario para los más débiles, las que reducen derechos sociales y
laborales, la amnistía fiscal, ratifican esa salida injusta.
Tenía
razón Draghi cuando decía que el Consejo de Gobierno del BCE
no defiende intereses nacionales sino su mandato institucional. Mandato
definido por los legisladores europeos -Consejo y Parlamento Europeo-. Por eso
debemos redefinir los intereses europeos y hacerlo democráticamente, y después
cambiarlo. Con todo, a
pesar del esfuerzo de los portavoces que intervinieron en esa
reunión tan tasada y acotada, Draghi no ofreció esperanza alguna al principal
problema que nos bloquea la salida de la crisis. El FMI estima
que de los 360 puntos de prima de riesgo española unos 200 corresponden a
elementos estructurales macroeconómicos propios –a pesar de que nuestra deuda
pública acumulada es similar, todavía, a la alemana en términos PIB- y el resto,
o sea unos 150 puntos, a deficiencias de diseño institucional de euro. Nadie se
indigna ante este hecho con la intensidad que merece. Esos 150 puntos se llevan
por delante en nuestra factura de intereses la mayor parte de los esfuerzo de
ajuste que estamos realizando –el justo y el injusto- sin que nadie pegue en la
mesa el puñetazo que la situación requiere. Hay quien ha sugerido que las
inversiones productivas o en I+D+i no deberían computar como déficit en la
escalilla europea. Podríamos exigir, también, un
trato diferencial en términos de cómputo de déficit del coste
presupuestario de esa parte diferencial de tipos que no corresponde a
fundamentos macro sino a defectos y debilidades del diseño
institucional del euro –como no mutualizar deuda-, de la falta de actuación del BCE ,
del diktat de la derecha que
representa Angela Merkel que nuestro gobierno acepta sin rechistar. Si la
situación no cambia, si no se logra parar esa injusta e insostenible
fragmentación de la zona euro que asfixia nuestra economía, a nuestras empresas
y trabajadores, no sólo no saldremos de ésta sino que el fantasma del rescate
–eso que el presidente gobierno llama “ayudas”- volverá a visitarnos.
Sobre
el acuerdo del Marco
Financiero Europeo 2014-2020, destacar que se trata de un mal acuerdo para
Europa y para nuestro país. Un presupuesto raquítico cuando Europa más hace
falta, que reduce su presupuesto por primera vez y que no respeta las líneas
rojas acordadas por el anterior gobierno, como los fondos que percibirán las
regiones en transición – Andalucía, Galicia, Castilla la Mancha y Murcia-. Un
acuerdo que a
pesar del maquillaje con el que ha sido presentado implica la
pérdida para España del 30% de los fondos de cohesión, más de 11.000 millones
de euros, y mucho más.
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