jueves, 21 de octubre de 2010

Artículo publicado en el Diario de Noticias. 21-10-2010

IMPULSO POLíTICO Y MÁS CONFIANZA ECONÓMICA

Juan Moscoso del Prado

Diputado a Cortes (PSN-PSOE) y candidato a la alcaldía de Pamplona

Termina la semana con un marco político estable hasta 2012 gracias a los acuerdos cerrados con vascos y canarios, con los Presupuestos Generales del Estado para 2011 en marcha –el principal instrumento de política económica-,  y con un equipo de Gobierno reforzado para seguir luchando contra la crisis. El cambio de Gobierno se produce el mismo día en que el PP y el resto de la derecha española han ratificado por enésima vez su discurso vacío e inmovilista que sólo parece querer evitar la recuperación de la confianza para, quizás, llegar a la Moncloa como quien recoge una fruta madura sin hacer esfuerzo alguno. Me temo que no va ser así. Gobierno, Partido y Grupo Parlamentario trabajamos con un sólo objetivo, el de acelerar la recuperación económica y la creación de empleo promoviendo un nuevo modelo de crecimiento sostenible en lo social y medioambiental compatible con las medidas de protección social y bienestar que disfrutamos gracias a los diferentes gobiernos socialistas. Un nuevo modelo que exige confianza y un nuevo impulso político como el obtenido esta semana para superar una crisis que comenzó siendo financiera, después económica con graves repercusiones en lo social, y que podría llegar a ser política e institucional si triunfasen las tesis de la derecha, las mismas que la provocaron. Una derecha que todavía reivindica el falso milagro económico aznarista: la burbuja. Una gran semana para la recuperación económica y la confianza.

martes, 19 de octubre de 2010

Contribución Especial Número 100. Suplemento de Economía. Diario ABC 17-10-2010

El PSOE administró adrenalina social y
fiscal para evitar el colapso.

Durante el ciclo de intenso crecimiento 1993-2008 en nuestro país se impuso la retórica de la I+D+i, la productividad, el capital humano y la economía del conocimiento para hacer frente al boom de las economías emergentes en un contexto acelerado de globalización. Esa retórica, sin embargo, no se correspondió con los hechos ni con la realidad estructural y productiva de nuestra economía que se lanzó a una espiral especulativa que cebó una inmensa burbuja inmobiliaria fundamentada en una mala regulación y el gigantismo del sector de la construcción. Las cosas no iban mal, superamos en renta per cápita a Italia y hemos igualado a Francia, y el empleo se disparó, hicieron falta millones de inmigrantes.

La crisis financiera global tuvo en España elementos atenuantes, la relativa mejor salud de nuestro sistema financiero gracias a las medidas que se adoptaron tras las crisis previas -algo similar a lo que les pasó a los países afectados por la crisis asiática o el efecto tequila, mejor preparados que los de las economías “centrales”-, y también agravantes derivados del sobrepeso inmobiliario.

Aunque el nuevo gobierno socialista español intentó sacar a la economía española de la ruta de colisión que seguía –todavía no se ha escuchado autocrítica alguna de los que durante 8 años la pilotaron con absoluta negligencia, los  llamados “Rato boys”-, la crisis global estaba servida. Medidas como la Ley del Suelo o multiplicar la raquítica I+D+i heredada del falso milagro aznarista mitigaron el golpe. Pero la desregulación financiera neocon reventó los mercados…, y la economía real. El gobierno del PSOE tuvo que administrar adrenalina social y fiscal, primero, para evitar el colapso del enfermo, e imponer después  un severo régimen para afrontar los excesos de década y media de atracón inmobiliario. Pero nada de ello será efectivo si el paciente no cambia sus hábitos cuando reciba el alta. Ello exige reformas estructurales, otra orientación productiva y responsabilidad, algo que hasta hora sólo ofrece el Gobierno sin apenas ayuda de la oposición.


lunes, 11 de octubre de 2010

Tribuna diario ABC publicada el 10-10-2010

¿SE RETRASA LA RECUPERACIÓN?

Juan Moscoso del Prado

Diputado a Cortes por Navarra (PSOE)
 y Doctor en CC. Económicas

Muchas previsiones contemplan un debilitamiento de la recuperación, que dependería todavía de medidas y reformas inéditas, en especial en Europa y en los EE.UU.

Más de dos años después de la constatación global de la crisis un preocupante consenso de previsiones apunta hacia un debilitamiento del crecimiento en 2011. La OCDE, por ejemplo, no contempla un “double dip”, una doble joroba invertida, pero sí un claro debilitamiento de las pobres tasas actuales para sus miembros, en particular en la Unión Europea y zona euro –el grupo con peores perspectivas-, y algo mejor pero todavía insuficiente crecimiento en EE.UU y Japón –el grupo intermedio-. Al frente, Asia y las economías emergentes como Brasil, China e India, en una etapa novedosa porque la tradicional locomotora norteamericana no parece preparada para adelantarse al ciclo europeo como en ocasiones anteriores. Si se confirman estas previsiones los desequilibrios globales pueden ampliarse en los próximos años, de modo que seguirá creciendo el volumen de deuda pública, las elevadísimas tasas de desempleo apenas caerán provocando graves situaciones de paro de larga duración mientras se castiga con dureza a los jóvenes –el desempleo se recupera más despacio después de episodios de rápida destrucción como el que acabamos de vivir-, y se seguirá demasiado lejos de alcanzar el crecimiento potencial. La única manera de vencer a estos pronósticos es seguir adoptando reformas, medidas que ahora no se toman en consideración porque no existen y que por tanto no entran en la ecuación de las previsiones, para conseguir recuperar el dinamismo económico capaz de acabar con ese triple lastre –déficit y deuda, desempleo y output gap-.

El reto para los gobiernos es saber encontrar el equilibrio entre el mantenimiento del impulso y soporte fiscal de la actividad –sin intervención pública vía gasto la demanda y el sistema financiero se habrían desplomado- con la consolidación fiscal que debe conducir a una recuperación de la confianza en la sostenibilidad de las finanzas públicas, la reducción de los costes de su financiación y la reducción de las expectativas sobre la carga de esa deuda en las cuentas públicas –por eficiencia económica y del gasto público, por solidaridad intergeneracional-. La velocidad de crecimiento de la deuda pública es insostenible, al tiempo que el gasto es irrenunciable para sostener la economía. Esa es la difícil ecuación que cada gobierno afronta en solitario y que en la zona euro debe buscar fórmulas de coordinación fiscal entre los países con mayor margen fiscal y los que apenas disponen ya de él para evitar sustos futuros e incluso daños mayores.

Por desgracia la consolidación fiscal no puede evitar recortar la inversión, que es el pan de mañana, y por ello las reformas adquieren una importancia crítica en este momento de preocupantes perspectivas. Si no queda margen fiscal para tirar de la demanda y si no somos capaces de coordinarnos mejor y los países con margen se muestran reacios a ello a pesar de haber infringido las normas de estabilidad financiera cuando otros las cumplíamos –como Alemania- entonces sólo queda echar mano de la innovación, el emprendimiento y la capacidad de los ciudadanos para crear renta y empleo. Competitividad, crecimiento sostenible, tecnologías limpias, trabajo estable, energías renovables, biotecnología, reforma de las normas de gobierno corporativo, impulso de la formación continua y educación de calidad, todo lo que se haga en estos campos y en otros muchos es poco. Puede resultar imprescindible elevar impuestos o mejorar la recaudación -¡el fraude!-, para ello se debe comenzar haciendo un ejercicio de “arqueología fiscal” como dice Angel Gurría, secretario general de la OCDE, buscando y eliminado los agujeros del sistema fiscal vía bonificaciones, deducciones o situaciones especiales que, por ejemplo en España bajo los gobiernos de José María Aznar, prácticamente hicieron desaparecer el impuesto de sociedades. También las medidas de ese tipo que sólo contribuyeron a alimentar la burbuja y beneficiar a colectivos clientelistas como las deducciones vía IRPF por adquisición de vivienda que el PP se empeña en resucitar. Lo mismo hay que decir sobre subidas fiscales que si se producen deben asegurar la progresividad total del sistema, que no siempre coincide con la percepción obvia de la misma –se confunden salarios y otras rentas-, y su neutralidad para incentivar la acumulación de capital humano y el aumento de la productividad que es lo que se necesita. Al mismo tiempo hay que transmitir confianza y si la oposición se niega a hacerlo, el gobierno deberá intentarlo en solitario. Hay que adoptar medidas difíciles y de calado como las que se están tomando, y explicarlas bien reconociendo su necesidad. Sólo así podemos vencer esas tristes previsiones que auguran años duros con repercusiones imprevisibles en materia no sólo de empleo y crecimiento sino también de cohesión social, calidad de vida y credibilidad, prestigio y liderazgo de nuestras instituciones políticas.

lunes, 4 de octubre de 2010

Pamplona: dos mil-catacrásh

El Comité Regional del PSN-PSOE ratificó el sábado mi candidatura a la alcaldía de Pamplona para las próximas elecciones municipales, tal y como propuso el Comité Local de la  Agrupaciónde Pamplona días antes. Como dije, me siento inmensamente honrado por ello, y a mis compañeros sólo les puedo decir que me lanzo a ello, sin duda un gran reto, con ganas e ilusión convencido de que en Pamplona al igual que en Navarra el cambio responsable es posible. 


Pamplona necesita acabar con el proyecto caduco, de derechas y obsoleto de UPN que, por desgracia, en los últimos días con motivo del sumarísimo descarte de nuestra ciudad como candidata a la capitalidad cultural europea en 2016,  ha demostrado su incapacidad para situar a nuestra ciudad donde los ciudadanos desean y donde le corresponde. Pamplona fue hace años referencia de progreso y cultura, y desgraciadamente ya no lo es ni de una cosa ni de la otra. Con la confianza de los ciudadanos y ciudadanas, trabajaré como alcalde para que Pamplona vuelva a avanzar, progrese en la sostenibilidad social y medioambiental que una ciudad moderna necesita, y vuelva a situarse como referencia en calidad de vida e igualdad de oportunidades, los elementos que sin duda deben caracterizar una ciudad abierta y europea como la que soñamos.


El fracaso de Pamplona-2016 muestra la imperiosa necesidad que existe de modernizar nuestra ciudad para que sea esa ciudad europea que esta semana no ha podido ser, para garantizar el estado de bienestar, para superar el desempleo y la marginación que todavía convive con nosotros. Queda mucho por hacer en materia de participación ciudadana, en el respeto e incluso reconocimiento de la diversidad que enriquece nuestra ciudad.


Pamplona ha perdido muchos trenes y esta semana uno más, importante y muy simbólico, que no volverá a pasar hasta dentro de quince años, casi tantos como ha tenido Yolanda Barcina para preparar este momento y fracasar estrepitosamente.


Sin embargo, los pamploneses saben que Pamplona no ha perdido la oportunidad, la ha perdido exclusivamente Yolanda Barcina. Desde hacía semanas se sabía que el batacazo estaba asegurado, y a pesar de ello, por responsabilidad, desde el PSN-PSOE hemos preferido esperar a la decisión final confiando en que ocurriera un milagro laico que no ha tenido lugar. Desde hacía tiempo la noticia no era que Pamplona podía quedar descolgada sino cómo era posible que Pamplona presentara semejante proyecto. Un proyecto muy alejado del mínimo de calidad y rigor que se nos presupone.


La cultura es el mejor indicador de progreso, de desarrollo humano, de bienestar, el que marca la diferencia entre el progreso real y el estadístico, que es el que único que preocupa a UPN y a la alcadesa Yolanda Barcina.


Los socialistas del PSN-PSOE queremos que Pamplona sea una ciudad internacional, abierta, moderna, cosmopolita, con sectores punteros, cohesionada, con calidad en el empleo y los servicios, una ciudad progresista y europea, justamente lo contrario de a donde nos está llevando la mala gestión de Yolanda Barcina y de UPN.


Por ello hemos pedido que se celebre un Pleno monográfico en el Ayuntamiento de Pamplona para debatir sobre este fracaso, simbólico pero muy significativo por que demuestra la superficialidad de las políticas del actual equipo consistorial.