domingo, 13 de octubre de 2013




La deuda alcanza el 100% del PIB.


Artículo aparecido en el periódico "ABC" el domingo, 13 de agosto de 2013.


La deuda pública acumulada por nuestro país alcanzará el 100% del PIB en 2014 según datos del propio gobierno, 30 puntos por encima del volumen heredado en diciembre de 2011, todo un triste récord. Un nivel que ejemplifica el fracaso de la política económica instrumentada por el gobierno y auspiciada por la triunfante Angela Merkel.
Esta quizás insoportable carga es el resultado de las políticas de austeridad que van a poner a prueba la todavía inédita recuperación económica que la propaganda oficial anuncia como inminente. Ojalá estuviera ya aquí. Ojalá venga. El último trabajo de Paul De Grauwe y Yuemei Ji -la herencia de la austeridad en la eurozona, publicado por CEPS el 4 de octubre- muestra como el “microscópico” regreso del crecimiento nada tiene que ver con la austeridad sino con el cambio de actitud del BCE desde que en septiembre de 2012 anunció el programa de compra ilimitada de deuda -OMT según sus siglas en inglés-. Los OMT han permitido reducir a la mitad los diferenciales de la deuda española o italiana a pesar de que sus fundamentos macroeconómicos no han mejorado desde entonces. La austeridad no ha generado la confianza que debía servir para reanimar el consumo y la inversión y crear empleo. No debe sorprender entonces que nadie crea factible reducir el desempleo en España por debajo del 25 por 100 a medio plazo. El FMI pronostica un desempleo del 26,9% y un crecimiento del PIB del 0,2% en 2014 frente al 25,9% y 0,7% que prevé el gobierno.
De Grauwe y Ji aciertan cuando destacan que a pesar del éxito de los OMT no se ha observado ningún avance en la capacidad de España y otros para aligerar su deuda. Se ha perdido un tiempo precioso. Los programas de austeridad no han evitado el crecimiento explosivo de la deuda pública sino todo lo contrario. Allí donde los programas de austeridad han sido más duros, más ha crecido la deuda. Y también, allí donde más austeridad ha habido mayor ha sido la caída del PIB. La correlación es evidente como bien demuestran. El mito de la austeridad ha ignorado las enseñanzas de la crisis de 1929 y lo que la ciencia económica sabe desde entonces, argumentan ambos, con no pocas referencias desde Irving Fisher a Paul Krugman, y
muchos más. El fuerte efecto contractivo de los programas de austeridad ha imposibilitado la reducción de los déficits. Un debate que ha sido sistemáticamente silenciado a pesar de que incluso el FMI ha reconocido los errores cometidos al infravalorar los multiplicadores fiscales.
Su conclusión es que incluso si se asumiera que a España y a otros no les quedaba otra alternativa que la seguida, que no es así, lo inaceptable es no haber complementado esas medidas con otras simétricas que las compensaran con estímulos en los países con más margen fiscal. Las recetas aplicadas delatan una priorización por la Comisión Europea y la troika de los intereses de los acreedores frente a los de los deudores, o del centro frente a la periferia. La consecuencia es un nivel de deuda acumulada insoportable que va a lastrar su crecimiento durante décadas y que sólo será superada cuando se haga justicia y los países maltratados por la Comisión, los países periféricos, se venguen reestructurando su deuda con los centrales, compensando así la falta de neutralidad previa de la Comisión. Casi nada.
El resultado de todo ello, para España, es un tsunami de deuda pública consecuencia del hundimiento del PIB tras el estallido de la burbuja y que las políticas de austeridad han empeorado; de la debilidad estructural de nuestro sistema fiscal que arrastra un déficit estructural insostenible –debilidad en los ingresos, fraude, un problema de base fiscal y no de cuota-; y de la conversión de deuda privada en pública, en particular los 40.000 millones de € del rescate bancario de entidades gestionadas por el PP –Madrid y Valencia al frente-. Un agujero privado que pagaremos todos y que equivale a dos tercios del fondo de garantía de pensiones o a toda la inversión histórica en la alta velocidad ferroviaria.
Así las cosas la ley de Estabilidad Presupuestaria es papel mojado, una ley que marca el inverosímil objetivo de deuda del 60% del PIB en 2020. Ley que el gobierno aprobó en solitario incumpliendo el acuerdo firmado con el PSOE en agosto de 2011 al empeñarse en incluir objetivos de déficit coyuntural y no sólo estructural como se pactó entonces. El tiempo pone todo en su lugar.