miércoles, 12 de enero de 2011

Artículo de opinión publicado en el último número de El Socialista.

ELECCIONES EN EE.UU.:
DEMASIADOS FRENTES ABIERTOS

Juan Moscoso del Prado Hernández

Diputado a Cortes por Navarra.

No cabe duda que las elecciones norteamericanas celebradas el pasado 2 de noviembre han supuesto un duro golpe para el Presidente Barack Obama y para el Partido Demócrata. También es cierto que podía haber sido peor porque los demócratas conservan la mayoría en el Senado y resisten en sus bastiones tradicionales. El apoyo a los demócratas se mantiene uniforme en los diferentes tramos de edad, sigue siendo algo mayor entre las mujeres y concentra el 80 por 100 del voto de las minorías étnicas.

No hay que olvidar tampoco que las elecciones legislativas de mitad de mandato suelen castigar al partido del Presidente. En términos históricos, el correctivo recibido es el tercero mayor que se recuerda por detrás de los encajados por Warren Harding en 1922 y Bill Clinton en 1994. En total 9 gobernadores perdidos, 60 escaños en el Congreso y 6 en el Senado. Hay otros argumentos que pueden explicar este pobre resultado como la baja participación, la gran cantidad de recursos privados que han conseguido recaudar los candidatos conservadores en la campaña más cara de la historia y en particular los del llamado tea party como respuesta al inmenso apoyo que registraron los demócratas en las presidenciales, o simplemente por culpa de la crisis económica.

Con todo, aunque haya argumentos que expliquen el resultado y que permitan confiar en la reelección del Presidente Obama en 2012, el resultado no debe ser subestimado porque refleja una preocupante valoración del electorado progresista norteamericano de sus dos primeros años de gestión.

Desde una perspectiva política los republicanos con los ultras del tea party al frente bajo el lema “recuperar América” han conseguido transmitir la idea de que las principales decisiones del Presidente Obama han sido actuaciones ideológicamente extremas. El Obama pragmático con el que tantos soñaron deberá cambiar para mejorar su empatía y proximidad con los ciudadanos si quiere remontar en las encuestas. El mejor ejemplo de ello es la forma en la que reforma sanitaria ha sido vendida por los republicanos, un intento del Presidente de regular la vida privada de los ciudadanos y de inmiscuirse en sus familias contribuyendo a crear un Estado o un Gobierno cada vez mayor.

El tea party, un fenómeno complejo que puede estar mostrando las dificultades que los partidos políticos están sufriendo para adaptarse a las nuevas vías de participación, está dirigido por extremistas de derechas reaccionarios y antisistema, carece de contenido político real salvo el ser antitodo y sus simplistas postulados abochornan a cualquiera. Probablemente acabe convirtiéndose en un problema para el Partido Republicano.

Esta ofensiva conservadora contra Obama que lo retrata como un político ideológico y poco pragmático ha movilizado el voto en contra de los candidatos demócratas no tanto por omisiones en la gestión del Presidente sino como castigo o reacción a sus principales decisiones.

El Presidente Obama va a tener que aprender a triangular como lo hizo Clinton con el apoyo de los republicanos moderados. No debería ser difícil contar con ellos para impedir que los radicales que han llegado al Capitolio compliquen la política de la Casa Blanca en Afganistán, en Asia con la apertura hacia India e Indonesia, para reducir el déficit público y hacerlo con medidas fiscales progresivas –el Congreso saliente ha votado a favor de eliminar las deducciones fiscales para los más ricos, contrariando a un Obama confuso en esta materia-, reformar la economía y el sistema financiero o impulsar la agenda de libre comercio que es imprescindible para la recuperación de la economía global. Sin duda existe el riesgo de que el liderazgo internacional de Obama se debilite, en particular en campos como la lucha contra el cambio climático o la no proliferación -nuevo tratado START-, complicando el cierre definitivo de Guantánamo y la relación con sus vecinos del sur y sobretodo Méjico, desde la doble dimensión que impone la política migratoria desde que Arizona aprobó su polémica Ley y la cuestión de la seguridad y el narcotráfico.

Pero también ha sido la economía. Hay quien cree que estas elecciones han sido un referéndum sobre la economía y sobre la globalización en un país que cada vez teme más estar perdiendo esa carrera contra China y otros países emergentes. Demasiadas cosas a la vez: referéndum sobre economía y globalización, sobre identidad nacional, sobre reformas valientes y progresistas impulsadas por un Presidente negro “socialista”…

Para los progresistas europeos este resultado constituye una buena oportunidad para reaccionar. En la izquierda europea recibimos con entusiasmo al nuevo Presidente. Un Presidente que sin embargo no se ha prodigado tanto por Europa como se esperaba. Su nueva y, confiemos, pasajera debilidad ofrece la oportunidad de reforzar el valor de la Unión Europea como aliado en los principales asuntos de la agenda internacional –salida de la crisis, oriente medio, cambio climático, lucha contra el terrorismo, reforma de las organizaciones multilaterales, pobreza-. Ello exige, obviamente, aprovechar y desarrollar los instrumentos de política exterior que el Tratado de Lisboa ofrece y que hasta hora no hemos sabido explotar.

En definitiva toda una lección para la izquierda que demuestra como las conquistas sociales y los cambios profundos se deben pelear día a día y consolidar palmo a palmo, sin descanso, porque ellos, los conservadores, siempre saben reaccionar.


lunes, 10 de enero de 2011

Tribuna publicada en el Suplemento de Economía del Diario ABC 09-01-2011

2011: VOLVER A CRECER

Juan Moscoso del Prado

Diputado a Cortes por Navarra (PSOE)
 y Doctor en CC. Económicas

La economía española volverá acrecer este año y lo hará con más intensidad y continuidad si se afronta con decisión las imprescindibles reformas pendientes.

Es muy probable que lo peor haya pasado ya. Ni siquiera cuando estuvimos al borde del abismo fue posible alcanzar el mínimo consenso político para aligerar la presión que nos ahogaba. Los presupuestos para 2009 y 2010, las medidas urgentes de mayo pasado, la reforma del mercado de trabajo, la ley de economía sostenible, salieron adelante gracias al esfuerzo del gobierno con el apoyo del PNV y Coalición Canaria, y quizás a partir de ahora CiU. No hubo consenso ni lo habrá, como tampoco hubo milagro económico alguno durante los años en los que gobernó el PP. La economía española estaba ya muy enferma cuando los socialistas llegamos a la Moncloa con un programa que pretendía abandonar el ladrillo y orientar nuestro sistema productivo hacia otros horizontes. La única crítica razonable a los años de Solbes es si se hizo lo suficiente para abandonar la ruta de colisión que venía de antes. Creo que se intentó como demuestra la reforma de la Ley del Suelo, se triplicó la I+D+i y se abandonaron proyectos faraónicos como el Plan Hidrológico Nacional que pretendía llenar España de cemento. No se recuerda una sola propuesta del PP durante el quinteto de Solbes orientada a cambiar ese fatídico modelo económico que nos ha llevado cerca del abismo. Tampoco recuerdo autocrítica alguna entonces ni ahora. Pero ese tiempo ha pasado, el PP ha decidido llegar las elecciones sin presentar propuesta constructivas en lo económico, ignorando los errores pasados y evitando dar pistas. Lo que haga Cameron en el Reino Unido con la educación pública o la nueva mayoría republicana en los Estados Unidos con la reforma sanitaria de Obama son cosas, dicen algunos, de otro tipo de derecha. La crisis es culpa del Presidente Rodríguez Zapatero y se acabó.

En este año volveremos a crecer, algunas Comunidades Autónomas lo hacen ya incluso desde hace trimestres –Navarra o Euskadi-, precisamente aquellas cuya estructura social y productiva se asemeja más al modelo que debe servir de patrón –industrias con avanzado componente tecnológico, mayor proporción industrial en el PIB, servicios de calidad, preferencia por la cohesión social, nivel educativo superior a la media, menor resaca inmobiliaria, proximidad de las instituciones, municipios equilibrados-. El Gobierno lo sabe bien y debe continuar presentado proyectos de reforma para adecuar nuestra economía al nuevo ciclo, un ciclo que será muy distinto y que comienza ya aunque 2011 va a ser un año muy difícil en el que conviviremos con un nivel de desempleo elevadísimo.

No tiene mucho sentido preguntarse que sucedería hoy si gobernara la derecha. Sé bien que en ese supuesto el festín inmobiliario habría inflado más si cabe aquella ya reventada burbuja, y no tengo dudas de cómo habría sido la reforma del mercado de trabajo o la de las pensiones, dónde habría entrado antes la tijera social o qué habría sucedido, si es que hubiesen llegado a nacer, con políticas como la de dependencia. Pero ya he dicho antes que nuestra derecha ha renunciado a explicar nada salvo lo obvio –reducir gasto y déficit, bajar impuestos y sacar pecho-. Creo que en marzo de 2012, cuando vuelvan a perder, comprobarán la profundidad de su error.

Pero para eso faltan casi 15 meses en los que el Gobierno debe continuar reformando la economía con determinación lo cual es perfectamente compatible con el respeto de los principios esenciales que defendemos desde la socialdemocracia. Como escribía hace días Jonás Fernández, ni las reformas son por naturaleza neoliberales ni las imponen los mercados. Yo añado que son necesarias y que se pueden hacer desde principios progresistas, o desde la derecha, o no hacerlas que sería quizás lo conservador porque retrocederíamos en cohesión social y bienestar. Ese impulso de reformas profundas y progresistas debe sentar las bases del crecimiento de las próximas décadas, y lo va a hacer sin apoyo del PP. Pero que nadie crea que va a ser fácil, la deuda -357 por 100 del PIB distribuida así: 58 puntos pública, 194 familias y empresas, 105 sector financiero- y el desempleo lastrarán la recuperación por varias vías y seguirán cuestionando nuestra solvencia como país en los mercados financieros. Además hay otros problemas, la baja productividad, los créditos respaldados por ladrillo que acumulan las cajas de ahorro, el mal funcionamiento de algunos mercados, la pequeña dimensión de la mayor parte de las empresas que dificulta su internacionalización…

Es el momento de las decisiones difíciles y sé que el Presidente del Gobierno está en ello. Es la hora de ir a por todas, nuevos consenso sociales, financiación para los municipios, modelo energético, caótico sistema de horarios laborales y escolares, apuesta por acelerar la integración económica en la UE que dista mucho de ser perfecta –incluso el Mercado Único no hace honor a su apellido-. El Gobierno lo va a hacer, y haciéndolo bien en 2012 habrá sorpresas.