lunes, 21 de febrero de 2011

Tribuna publicada en el Suplemento de Economía del Diario ABC 21-02-2011



MIDIENDO LA PRODUCTIVIDAD

Juan Moscoso del Prado
Diputado a Cortes por Navarra (PSOE)
y Doctor en CC. Económicas



Tras la reforma laboral y el acuerdo social y económico para el crecimiento, el empleo y garantía de las pensiones, el gran reto es la negociación colectiva.

Mientras se abría un interesante pero también tosco debate sobre productividad y salarios, los agentes sociales y el Gobierno han comenzado a centrar su atención sobre el nuevo reto al que nos enfrentamos, la reforma de nuestro modelo de negociación colectiva.

El acuerdo social y económico (ASC) firmado el pasado 1 de febrero incorpora en su punto VI la base sobre la que se debe construir el acuerdo sobre negociación colectiva que nuestra economía necesita: el acuerdo, éste bipartito, sobre criterios básicos para la reforma de la negociación colectiva. El objetivo es que la reforma sea bipartita. Si no hubiera acuerdo el Gobierno, responsablemente, legislará.

El ASC recoge el compromiso alcanzado en febrero de 2010 de negociar bilateralmente una reforma del actual sistema de negociación colectiva, compromiso constatado ya en las declaraciones de 2004 y 2008 junto con el Gobierno. La reforma de la negociación colectiva, a través del diálogo social bipartito, parte del principio de respeto de la autonomía de los interlocutores sociales para gestionar la negociación colectiva, un principio fundamental a la hora de definir las condiciones de trabajo tal y como reconocen UGT, CCOO, CEOE y CEPYME con el objetivo de potenciar y mejorar la actividad económica de las empresas, las condiciones de trabajo y el empleo. 

Los agentes sociales reconocen que la negociación colectiva tiene problemas de estructura y de vertebración; de legitimación; de flexibilidad interna; de  innovación y adaptación de contenidos; de gestión; de adecuación a las dificultades; etc. Su reforma, afirman, debe hacer frente a la realidad empresarial y a la de los trabajadores lo cual exigirá racionalizar y vertebrar mejor los convenios colectivos, y potenciar la negociación colectiva en el ámbito de la empresa, lo que permitirá a su vez ampliar su eficiencia y destinatarios.

El Punto VI del ASC también destaca que la estructura de la negociación colectiva -sectorial, estatal, autonómica o en 37 provincias- debe ser analizada antes de adoptar decisiones de reforma, para buscar así vías que refuercen la legitimación en  la negociación. Así mismo, se reconoce que la imprescindible adecuación a los cambios en los sectores y en la empresa, a través de medidas de flexibilidad interna para mejorar la eficacia, debe realizarse con una mayor participación de los representantes de los trabajadores. Es necesario, continua, dinamizar los procesos de negociación colectiva, sus contenidos y materias, y suprimir los que no deban tener continuidad. También es necesario mejorar su gestión en todos los sentidos y el apoyo institucional. 

En definitiva unos cimientos sobre los que asentar el acuerdo de negociación colectiva que necesitamos para continuar con la serie de reformas estructurales que van a transformar nuestra economía preparándola para asumir un nuevo periodo de crecimiento y empleo muy distinto al seguido hasta la explosión de la crisis.

Mientras, decía al principio, se ha abierto un tosco debate económico sobre productividad y salarios animado por las desafortunadas palabras de la canciller Ángela Merkel. El problema de la economía española no es la relación entre salarios e inflación sino entre productividad real por trabajador y salario real. La negociación colectiva española, además, ya contempla esta variable en muchos convenios. Productividad, por otra parte, no siempre fácil de medir. Beneficios, excedente o valor añadido pueden servir para medir la productividad. Otras vías sirven para medir su tendencia pero no tanto su valor –por ejemplo vía jornada o incentivando bajas en la producción-. Y es que nada tienen que ver las grandes empresas del metal o del sector químico, alemanas o españolas, con el 75 por 100 del total de empresas españolas que tienen 6 o menos trabajadores. Porque si incluso, por ejemplo, la planta de Volkswagen de Landaben produce más vehículos con 4.000 trabajadores que toda la SEAT con 12.000 siendo ambas de un mismo grupo industrial, ¿cómo se mide la productividad de una empresa hostelera o turística, de un hotel afectado, por ejemplo, por el mal tiempo? Las pymes, las empresas con departamentos de innovación y sistemas, las que reinvierten sus beneficios en I+D+i, las empresas que aguantan meses su plantilla fija a la espera de contratos que saben llegarán, ¿cómo miden la productividad? ¿Deberían despedir y contratar permanentemente a los mismos para mejorar sus indicadores? Sabemos que no trabajan así.

Los salarios reales deben aproximarse a la evolución de la productividad por trabajador. La teoría económica demuestra que cuando la productividad aumenta más que el salario real crece el empleo, y también demuestra que la productividad media –como quiera que se calcule- depende de la productividad del conjunto de los factores de producción –capital fijo y tecnológico, humano-, de las infraestructuras, de la calidad de los servicios y prestaciones públicas, de la calidad institucional y de las políticas públicas y de las diferentes administraciones, de la regulación y del grado de competencia, y de otros factores que, además de los salarios, son los que debe tener en cuenta la reforma de la negociación colectiva.


 

1 comentario:

  1. Me parece una gran idea la de adecuar los salarios a la productividad, pero que se haga también con todos los funcionarios.

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