domingo, 14 de julio de 2013


¿TOCANDO FONDO?


Artículo aparecido en el periódico "ABC" el domingo, 14 de julio de 2013.


Hayamos tocado ya fondo o no la prioridad sigue siendo lograr que la economía española crezca.

El esfuerzo que el gobierno venía realizando desde hace semanas para invertir las lúgubres expectativas sobre nuestra economía se ha venido abajo tras la publicación de las Perspectivas Económicas Globales del FMI que reducen 7 décimas la previsión inicial de crecimiento para 2014 –crecimiento cero-. Así, de nuevo, los deseos chocan con la dura realidad echando por tierra el pundonoroso pero desafortunado intento de transmitir cierto optimismo tras la fatídica rueda de prensa de aquél consejo de ministros del viernes 26 de abril en la que se dio por perdida la legislatura. Si se cumplen las previsiones del FMI así será.

Hayamos tocado ya fondo o no la prioridad sigue siendo lograr que la economía española y por ende la europea crezcan. Y por ello es preciso revisar a fondo los elementos macroeconómicos de los que depende esa capacidad para contribuir a activarlos en la medida de lo posible con los instrumentos de política económica disponibles.

Vivimos en un país que según la Comisión Europea tiene un déficit estructural de unos 6 puntos, pero que otros como Javier Andrés y Rafael Doménech de FEDEA sitúan en torno al 3%, estimando además que por cada punto de reducción del paro estructural se reduce el déficit estructural en 0,7 puntos ahorrándose así 7.000 millones de € de ajuste. Este hecho evidencia la necesidad de olvidar o complementar con políticas de crecimiento la obsesión por la austeridad que sigue practicando erróneamente el gobierno. Con un gasto público en el entorno del 46% del PIB y unos ingresos del 36% según EUROSTAT -con las distorsiones que el rescate financiero ha generado en 2012, evitable si no llega a ser por el fiasco Bankia- es evidente que existe un problema de ingresos pero que éste debería ser resuelto cuando la economía crezca, de modo contracíclico y no procíclico como el gobierno se empeña en hacer en plena recesión y como ha corroborado el FMI. El nuevo ajuste –subidas de impuestos y también recorte de gastos- restará 8 décimas al crecimiento en 2014 según el FMI, muy interesado en afinar sus cálculos tras el fiasco provocado por la subestimación inicial de los multiplicadores fiscales que dio alas a los recortes auspiciados por la derecha en toda Europa. Pues bien, mientras el austericidio continúe va a ser difícil que se noten los cambios en la senda de consolidación fiscal acordados –o concedidos- en Bruselas, más bien se harán imprescindibles otros nuevos, o que las modestas medidas de crecimiento, recuperación del crédito y de fomento del empleo juvenil acordadas en el último Consejo Europeo den resultados.

En este marco, frente al discurso del gobierno de que lo peor ya ha pasado, que los bancos se han recapitalizado, que los mercados se fían del Tesoro y de que el FROB tiene recursos para afrontar nuevos sustos bancarios, además del remanente de la línea del MEDE que probablemente se prorrogará para evitar caer en la tentación de sacar pecho antes de tiempo y llevarnos algún disgusto, no cabe otra que criticar las decisiones del gobierno. Una política económica que es la responsable de que España sea el país al que el FMI baja más las previsiones para 2014.

Europa se mueve demasiado despacio pero incluso cuando quiere ayudar, como cuando el BCE dice que la política monetaria será acomodaticia tanto tiempo como sea preciso, parece estar diciendo también que las perspectivas son cuando menos turbias. Algo similar sucede cuando Angela Merkel reconoce que Alemania cedió en algunos aspectos de la Unión Bancaria para evitar males mayores en algunos países de la zona euro con problemas estructurales y de fondo.

Mientras, subsisten los principales factores que hacen muy difícil por no decir imposible retomar una senda de crecimiento. El primero, la sequía crediticia que, en palabras de Emilio Ontiveros, se debe a los problemas de transmisión de la política monetaria desde el BCE a las empresas a través de los bancos. El segundo, la falta de expectativas generadas por las previsiones de crecimiento a la baja que además restringen todavía más el renqueante flujo de crédito, refuerzan el temor a que haya que volver a recapitalizar alguna entidad financiera –la troika ha avisado esta misma semana- y complican el desapalancamiento de familias y empresas. Estemos o no en el fondo, malas perspectivas, y para todos.

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