martes, 17 de enero de 2012

Falsas percepciones.

Camino del primer mes de Gobierno, el poco trecho recorrido en 2012 ofrece un panorama inesperado, el de un Ejecutivo empeñado en transmitir una imagen diferente de la real, de lo que ya ha hecho y opuesta a la que pretendía ser y había anunciado durante el debate de investidura. En esta trampa de falsas percepciones, no sólo ha caído el Gobierno, sino también buena parte del coro mediático que lo acompaña, rompiendo en este corto trecho cualquier esquema objetivo previo.

¿Y si hubiera sido al revés?
Me pregunto qué habrían escrito muchos si el anterior Gabinete hubiera subido siete puntos el marginal del IRPF, concentrado la mayor subida fiscal de la democracia en las clases medias y en las rentas del trabajo, o adoptado un esquema de subida del IBI que elevará la contribución de los pisos relativamente más caros de los pueblos pobres y bajará las de los menos ricos de las localidades más prósperas de España. Seguro que grandes barbaridades, no menos sonrojantes que las loas y portadas sensacionalistas que hemos visto a tenor de la evolución del diferencial de la deuda española, la prima de riesgo, gracias a que por fin el BCE parece haber comenzado a hacer lo que debe.
La pregunta es por qué el BCE no lo hizo antes como pedíamos tantos, antes para así permitir ver la luz al final del largo túnel de la crisis de liquidez y apalancamiento, permitiendo que la banca se aleje del riesgo de quiebra y de paso permitiendo una pausa a la deuda soberana. La inyección de liquidez del BCE ha disparado la demanda en la subastas de deuda de los Tesoros español e italiano, entre otros, con repercusión clara en las primas de riesgo.

Promesa incumplida.
Es verdad que no recuerdo un cambio más drástico que el protagonizado por este Gobierno. El ministro de Hacienda y Administraciones Públicas, Cristóbal Montoro, lo explicó el pasado miércoles en el Congreso de los Diputados rescatando de Wikipedia un supuesto discurso socialdemócrata de progresividad y equidad bañado en la recuperación del mito de la herencia recibida. No nos convenció porque no explicó qué sucedió entre la investidura del día 20 de diciembre y el Consejo de Ministros del 30 para hacer añicos el único compromiso claro del nuevo equipo, no elevar impuestos, repetido sin excepción hasta la extenuación por todo el PP durante años, desde Mariano Rajoy hasta el último militante.
Merece la pena también recordar lo que se dijo en mayo de 2010, cuando el Gobierno socialista, en unas condiciones muy distintas a las vigentes, cuando concurrió a las elecciones en 2008 y redactó su programa, tuvo que asumir un cambio radical en su agenda de Gobierno y emprendió un camino que acabó el día 20 de noviembre, el mismo en el que el PP ganó con una promesa clara para una realidad que, al contrario de lo que le sucedió al PSOE tras dos años, no ha cambiado en 10 días. Es la misma realidad, no nos engañen.
Hemos sabido también que la principal razón del ajuste fiscal encajado por la clase media, funcionarios y pensionistas ha sido la desviación del déficit de las CCAA, y lo ha sido en la semana en la que la Comunidad Valenciana ha sido en la práctica intervenida mientras otras, como por ejemplo Galicia, emiten señales más que preocupantes. La última rebaja de calificación de la deuda de algunas de ellas así lo corrobora, respaldada según la agencias por esos mismos datos que el Ejecutivo del mismo partido que las gobierna decía desconocer.

Perjudiucan a las clases medias.
Quizá el Gobierno, como Standard & Poor's, ha medido mal los tiempos. La rebaja general de las notas de S&P en Europa se produce cuando la acción del BCE parecía indicar una evolución de la deuda soberana en sentido contrario. Por ello, podría ser inoportuna y llegar tarde. El discurso del Gabinete español sobre la herencia resulta también no menos inoportuno, por poco creíble, tras todo lo que se dijo sobre la transmisión de poderes.
No desgranó Montoro en el Congreso las razones económicas que explicaban el conjunto del paquete de medidas aprobadas -es verdad que ése no es su Departamento-, procíclicas en las puertas de un nuevo periodo de recesión, injustas porque van a exprimir las rentas de la ya muy vapuleada clase media -los asalariados-, y preocupantemente mal orientadas respecto al modelo de crecimiento porque transmiten el mensaje de que el recorte en futuro -la I+D+i- se va a ver compensado con un regreso al pasado, al de otra herencia recibida tiempo atrás pero ésta de verdad, de carácter estructural y recibida por todos, la de la siniestra desgravación fiscal por adquisición de vivienda, injustificable aunque a muchos nos vaya a aliviar la liquidación del IRPF.
Al menos el PP ha llegado al discurso del reconocimiento de que la crisis existe -que se lo pregunten a Sarkozy tras lo de S&P-, lo cual pone en evidencia más si cabe las medidas adoptadas. La llamada austeridad expansionista que predicó Mariano Rajoy hasta el Consejo de Ministros del 30 de diciembre es un artificio de marketing construido por los think tanks conservadores, un viaje a ninguna parte al que este Gobierno llega mal y tarde. Mal porque no lo practica, porque sus medidas disfrazadas de fiscalidad socialdemócrata no son tales, porque todos sabemos bien que no hay nadie en los tramos más altos del IRPF y sí en los intermedios, en los que colectivos como los funcionarios o los pensionistas encajan varias medidas. Ambos grupos pierden poder adquisitivo tras la congelación de los salarios de los funcionarios y la subida por debajo de la inflación de las pensiones, combinadas con la elevación del IRPF, la subida del IBI, y el impacto de medidas destinadas a esas familias que reivindica pero no defiende el PP como la eliminación de ayudas previstas para los dependientes o la renta de emancipación para los jóvenes.

¿Quienes salen indemnes?
La subida de las pensiones va a costar 1.000 millones de euros para un colectivo que pagará 1.300 millones más con esta reforma del IRPF. Al menos, el PP ha entrado en el escenario que le planteamos desde el PSOE en los últimos años y en la campaña electoral, el de las subidas fiscales, pero nosotros proponíamos subir otros impuestos. Una pregunta: ¿va a elevar algún día el PP la fiscalidad de los profesionales que han migrado a la tributación por sociedades? Hay opulentos grupos sociales que salen indemnes de esta reforma.
Y llega tarde, porque la rebaja de calificación de la deuda de nueve países europeos -Francia pierde la triple A-, muestra el límite de la estrategia de austeridad sin incentivos al crecimiento. Por todo ello, menos imagen y más rigor en las explicaciones, porque rompiendo promesas y sin crecimiento no habrá recuperación de la confianza ni, por supuesto, del empleo.

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